miércoles, 21 de noviembre de 2012

Historia de la Danza del Vientre

Historia de la Danza del Vientre

En los países árabes esta danza se conoce como Raks Sharki o Raks al Shark que significa literalmente Danza Oriental, el nombre de Danza del vientre se comienza a utilizar en siglo XIX por los europeos que viajaron a los países exóticos en busca nuevas cultura, costumbres y paisajes. Estos viajeros acuñaron este término sorprendidos por los movimientos de vientre y cadera que no existían en las danzas europeas. 

La Danza del Vientre es considerada una de las más antiguas del mundo y sus orígenes son tan inciertos como misteriosos, aunque algunos datos históricos nos indican que su origen más aceptado es el antiguo Egipto, donde se utilizaba como ritual a los dioses, se enseñaba a vírgenes a bailar esta danza para prepararlas para la fertilidad. Luego este arte paso a ser un baile popular de las regiones de Egipto y Turquía y pronto se propago a los países árabes que lo dieron a conocer. 

Tenemos que distinguir entre el Raks Sharki (Danza Oriental) y el Raks Baladi (Danza del Pueblo). El raks báladi es una danza más elemental, prácticamente sin desplazamientos y con movimientos de cadera predominantes.

El raks sharki es más refinado y rico. Incluye movimientos del folklore egipcio, la danza clásica y la danza contemporánea, con grandes desplazamientos, vueltas y movimientos para todas las partes del cuerpo, aunque los de cadera son también los más importantes.

En algunos pueblos de la antiguedad se pensaba que la fertilidad humana estaba directamente relacionada con la tierra. A las mujeres, que eran las que creaban nuevas vidas, se les atribuían poderes mágicos. Por ejemplo: En la Anatolya Central y mediterránea (Turquía), hace miles de años, las mujeres tenían danzas rituales en honor a estos poderes mágicos (ceremonias relacionadas con la fertilidad). Los hombres estaban excluidos de estos ritos. En la antigua Grecia y Roma se realizaban diferentes danzas de la fertilidad basadas en la rotación de las caderas y vientre. Algunas de ellas se realizaban en honor a las diosas. Muchas de estas divinidades provenían del este, en particular de Siria y Turquía. En Chipre, lugar de nacimiento de Afrodita, la diosa Griega del amor y la fertilidad, las mujeres realizaban danzas rituales eróticas acompañadas de cantos y percusión mediante las cuales se ponían en trance. Esto les permitía entrar en contacto con la diosa y que ésta les pasase su poder.

Asimismo, estos ritos o similares tuvieron lugar en Mesopotamia, fenicia, Egipto, Arabia y la India. En estas ceremonias participaban gran número de mujeres. En ellas se bailaba, se cantaba e incluso en algunas las mujeres se ofrecían a los hombres en honor a la diosa. El propósito de estas ceremonias era traer el poder de la diosa a la tierra y favorecer la fertilidad. 

Durante el S. IV D. C. el Cristianismo y el Islam pasaron a dominar el Medio Oriente. Aunque tomaron ciertas fiestas y ritos paganos y se los apropiaron adaptándolos a su nueva religión, también destruyeron los rituales con culto a las diosas y trataron de eliminar las danzas femeninas relacionadas con la sexualidad y fertilidad. Hace siglos, los bailarines, músicos y cantantes eran esclavos. Aunque este estatus luego cambió los intérpretes nunca escaparon totalmente del estigma atribuido a su profesión dentro de los países árabes. 
Durante el S. XIX, en Egipto existían dos tipos de bailarinas: las ghawazee (gitanas) que bailaban al aire libre o en el campo, normalmente para audiencias de clase social baja. Actuaban con un pequeño grupo de músicos que solían incluir mizmar, nay y tabla (instrumentos musicales árabes). Las awalim eran más respetadas y además de bailar, cantaban y recitaban poesía. Normalmente actuaban en casas de ricos. Los músicos incluian: nay, oud, kanoon y tabla. En ambos casos la danza era improvisada. 
Hasta el año 1930, los bailarines habían actuado sobre todo en casas de gente o en cafés. Ese año, en El Cairo, una mujer libanesa llamada Badia Mansabni abrió una sala de fiestas llamada Casino Badia. Esta sala se hizo muy popular. Tenía un programa diverso que se basaba en el oriente y ofrecía bailarines, cantantes, músicos, comediantes y números europeos. 
La danza oriental siempre se había bailado en espacios pequeños. En el Casino Badia tuvo que ser adaptada a escenarios grandes. Badia Mansabny además de formar a sus bailarinas trabajó con coreógrafos y bailarines europeos para incluir elementos de otras danzas (ballet). Estas bailarinas actuaban normalmente en grupos, aunque las que se destacaban por su talento hacían a veces un solo.
Durante esta época se puso de moda el traje de dos piezas con pedrería y flecos que estaba inspirado en las películas americanas. 
En esos años se produjeron un montón de películas en Egipto y era habitual incluir alguna escena de danza o tener una bailarina como protagonista. Muchos cazadores de talentos iban al Casino Badia buscando bailarinas para estas escenas. Las bailarinas actrices tuvieron mucho éxito entre el público.
Muchas de estas bailarinas descubiertas en el Casino Badia llegaron a ser estrellas de cine muy populares y adquirieron un estatus que nunca antes habían tenido. Como Tahia Carioca, Samia Gamal, Naima Akef y Nadia Gamal. Aumentando así el protagonismo de esta danza en los países árabes.
Actualmente, la danza Oriental en la mayoría de los países árabes es parte de la cultura y una celebración sin un espectáculo de danza oriental no está completo. En los países árabes donde más se ha desarrollado en los últimos tiempos es en Egipto, Líbano y Turquía, aunque cabe destacar que también se ha desarrollado en algunos países europeos y de América debido a la emigración árabe, como en Alemania, Francia, Brasil y USA. La danza del vientre se denomina Raks Sharki en los países árabes y Belly Dance en los países de habla inglesa.

Las bailarinas famosas suelen bailar en los clubes de los hoteles de cinco estrellas, llevan una orquesta de al menos treinta músicos con instrumentos tradicionales y modernos. El vestuario suele ser exclusivo y el espectáculo está completamente coreografiado. El primer número suele ser una música especialmente compuesta para ellas seguida de una variedad de canciones populares. La danza del vientre se baila tradicionalmente descalza, pero en los últimos tiempos muchas bailarinas utilizan zapatos de tacón porque así resultan más estilizadas y evitan también, bailar descalzas en lugares públicos. Aunque con ellos, los movimientos se ven un tanto reducidos. Ya que los talones, con estos zapatos, ya están levantados y la cadera tiene menos juego al subir y bajar.
Algunas bailarinas famosas de hoy son: Fifí Abdú, Nagwa Fouad, Amani, Mona Said, Dina, Laila Haddad y Soraya Hilal.

Prácticamente todas las mujeres árabes bailan raks báladi, aprenden desde niñas en las fiestas y reuniones familiares, pero son pocas las que se animan a ser profesionales, porque ser bailarina no está bien visto en una sociedad tradicional musulmana.

Actualmente, se ha popularizado y se practica en muchas ciudades occidentales.

La danza desde principios del ser humano ha sido una terapia, por no decir una forma de expresar, de comunicar, de crear y de vivir.

El cuerpo siempre se ha considerado como la expresión física, del vínculo existente entre el mundo interior y el exterior. Esta diseñado para el movimiento y es tan importante para la vida como el respirar.

El movimiento, equilibra, sana, despierta, infunde energía. Se genera energía psíquica que transformamos en fuerza y conocimiento. Coordina nuestras respuestas físicas y enlaza los hemisferios cerebrales juntando lo intuitivo con lo racional. 


La danza del vientre se basa principalmente en movimientos suaves y ondulantes, donde se disocian y coordinan a la vez diferentes partes del cuerpo, su trabajo produce paulatinamente una toma de conciencia corporal, es un sentimiento de interiorización de energía, que contribuye al autoconocimiento y al crecimiento personal. 

A través de la danza tratamos de expresar sentimientos y encontrarnos con nuestra propia esencia, su fin no es la provocación sexual, sino que transmitir la belleza y espiritualidad femenina.

A nivel interno, conseguimos despertar y desarrollar nuestra propia creatividad gracias a que el centro de la energía vital se encuentra en nuestro vientre, el que esta a su vez relacionado con la energía sexual. La danza oriental trabaja con la propia energía interna, no es solo el hecho de ejercitar y muscular nuestro cuerpo, sino que se busca hallar un equilibrio emocional a través de lo que expresamos con él. Poder desinhibirse mientras la música te lleva es una de las mejores formas de encontrar el “yo interior” y dejar que todo eso que tenemos dentro salga de forma natural.

La mujer al centrar y hacer fluir la energía desde su vientre, energiza y concentra esta, favoreciendo todo aquello que tiene que ver con el hecho de ser mujer: controla el ciclo y dolor menstrual, mejora disfunciones sexuales y obtención del placer.

Favorece el buen funcionamiento del chakra umbilical (del “yo me relaciono” que centra la energía creativa y sexual) el cual, al estar en plena armonía ayuda a mejorar otros problemas de la zona, crece nuestra creatividad, imaginación e inventiva, así como aumenta nuestro coraje, valentía, calidez y seducción.

Al bailar descalzas y ejercitar también la zona del chakra base (del “yo deseo” es decir, la manifestación de la conciencia individual) se produce una conexión con la tierra, que reactiva la energía vital, mejora la espontaneidad, la independencia y la capacidad de iniciativa.

La danza oriental trabaja con la expresión de emociones y con los diferentes estados de ánimo como la relajación, el sosiego y la dulzura u otros como la exaltación de la energía y activación de la alegría. La creatividad se activa porque al ser una danza improvisada, te invita a crear por ti misma y apreciar tu espontaneidad, así como aumentarla. Intentas expresarte sin complejos, culpas o miedos. 
Por eso al principio cuando empezamos a bailar debemos “mentalizarnos” que podemos hacerlo, ya que esto unido al 50% con el conocimiento de la técnica, hará que lo hagamos bien o mal.

Por lo tanto este regalo que es la danza, nos permite revalorizar nuestra percepción de nosotras mismas sintiéndonos más bellas y sensuales. La experiencia de la danza es maravillosa, nos hace crecer como mujeres y mucho más.

La Danza del Vientre es un arte milenario. Conserva su origen aun habiendo incorporado elementos de diversas épocas y culturas. Se enriquece y se transforma sin perder su esencia.
Y nos permite manifestar nuestra propia personalidad a quienes la ejecutamos. Estos elementos, sin duda, la distinguen de cualquier otra disciplina artística.
El descubrimiento es tan sencillo como el despertar a la música y al sentir de uno mismo, basada en ritmos de percusión, laúdes y acordeón principalmente, nos hace retomar nuestro origen y reconoce en nosotros la sabiduría natural del hombre antiguo, que el hombre moderno ha olvidado; la escucha del lenguaje corporal y nuestra comunicación con la Tierra ( Shokry Mohamed).

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